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LA PROLÍFICA ARQUITECTURA RELIGIOSA DE LA LOCALIDAD DE ALMAGRO (I)

La pasada semana comenzamos nuestra visita a la localidad de Almagro, a unos 30 minutos en coche desde nuestro hotel de cuatro estrellas en Valdepeñas. Lo hicimos dando un paseo por su singular Plaza Mayor y descubriendo el edificio que la ha hecho famosa en todo el mundo, su Corral de Comedias, el único que se ha conservado intacto y en uso en España desde el siglo XVII hasta nuestros días. Hoy continuamos nuestro recorrido conociendo algunos de los rincones y edificios que han hecho que esta ciudad manchega fuese declarada allá por el año 1972 conjunto histórico-artístico. Una ciudad que, como ya contamos, reunió a muchas familias poderosas de toda España y de muchos lugares de Europa en los tiempos en que la Orden de Calatrava gobernaba desde aquí sus amplias posesiones.

Muy importante en este lugar es su rica arquitectura religiosa. Comenzaremos por la iglesia de San Agustín, que muchos consideran la obra cumbre del Barroco triunfante o Barroco decorativo de finales del siglo XVII en la provincia de Ciudad Real, donde se encuentra nuestro hotel con spa en Valdepeñas. Fue fundado por doña María de Figueroa, última heredera de esta poderosa familia, para cumplir la voluntad testamentaria de sus hermanos de fundar un convento de monjes Agustinos Recoletos. En la actualidad, una vez que en 1935 con la desamortización de Mendizábal la zona del convento fue vendida a particulares que ordenaron su derribo, solo se conserva la iglesia, que destaca por la decoración pictórica mural que la cubre casi por completo centrada en la exaltación de San Agustín, la Eucaristía y la Virgen.

La iglesia de Madre de Dios es nuestro siguiente destino. Ubicada en el que fuera Hospital de Nuestra Señora de la Mayor, en solares comprados por la villa en 1546, su construcción, por cuestiones económicas, no termina hasta 1602. El exterior está construido en mampostería y la fachada principal cuenta con un gran rosetón de ladrillo. Cuenta con dos portadas barrocas en los lados norte y sur y una torre inconclusa proyectada en el siglo XVII. El interior muestra tres naves separadas por seis grandes pilares cruciformes sobre los que descansan las arcadas que desembocan en tres ábsides. Las altas ventanas de sus muros, por las que penetra la luz, muestran una clara influencia renacentista, alejada de las vidrieras del estilo gótico.

Haber descansado en nuestro hotel de vanguardia en Valdepeñas nos permitirá afrontar con energía esta jornada ‘religiosa’. Nos vamos ahora a la iglesia de San Blas. Su origen está en la ermita del Salvador, mandada reedificar por Jacobo Függer en el siglo XVI para agradecer a Dios todos los beneficios recibidos por su familia a lo largo de su vida. Y es que la familia de este banquero alemán, que muchos consideran el hombre más rico de la historia (con dinero suficiente para financiar a los dos hombres más poderosos de aquel tiempo, Carlos V y el Papa, llegó a Almagro al serles arrendados por el emperador y rey de España los Maestrazgos de las Órdenes Militares y la explotación de las minas de mercurio de Almadén como pago a sus servicios bancarios. Encima del dintel de la puerta puede leerse “Al salvador máximo, cuanto hay y también lo que es de esperar, fuera y dentro de esta capilla, Jacobo Függer y los hijos de sus hermanos dedican como testimonio de piedad y religión. Yo doy, dono y dedico”.

Nos vamos ahora, como final de esta jornada antes de regresar a nuestro hotel de cuatro estrellas en el centro de Valdepeñas, a la iglesia de San Bartolomé, iniciada alrededor de 1625 sobre una capilla primitiva y cuya conclusión no llegaría hasta el último tercio del siglo XVIII. Está construida con planta de cruz latina con capillas laterales y bóveda sobre el crucero. Su interior está pintado en blanco con elementos decorativos de color oro y el altar está presidido por una copia del cuadro de José de Ribera, ‘Martirio de San Felipe’, que puede contemplarse en el Museo del Prado de Madrid. Esta curiosidad de que una iglesia dedicada a San Bartolomé este presidida por un cuadro de San Felipe se debe a que durante mucho tiempo esta pintura se clasificó como martirio de San Bartolomé. Fue la historiadora del arte estadounidense Delphine Fitz Derby quien en 1953 indicó que representaba a San Felipe.

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