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LA PROLÍFICA ARQUITECTURA RELIGIOSA DE LA LOCALIDAD DE ALMAGRO (II)

Continuamos esta semana nuestro recorrido por la localidad de Almagro, a menos de media hora en coche de nuestro hotel de cuatro estrellas en Valdepeñas, para seguir descubriendo la rica e interesante arquitectura religiosa que posee un lugar que fue el centro de decisiones desde el que la Orden de Calatrava gobernó durante siglos sus amplias posesiones. La pasada semana estuvimos en las iglesias de San Agustín, de Madre de Dios, de San Blas y de San Bartolomé y a lo largo de este artículo recorreremos conventos y ermitas.

Nuestra primera parada, después de haber descansado y disfrutado de nuestro hotel con spa en Valdepeñas, es el convento de la Asunción de Calatrava. Su construcción arrancó en 1524, pero hubo de pararse durante algunos años debido a que la magnitud del proyecto hizo que se acabaran los fondos asignados. Sería en 1543 cuando Gutierre de Padilla, comendador mayor y clavero de la Orden de Calatrava y presidente del Consejo de Calatrava, hizo entrega de una considerable cantidad de dinero para la continuación de la obra, con la condición de que habría de terminarse en el plazo máximo de un año. Estuvo habitado por las monjas calatravas hasta 1815, pasando a estar ocupado por frailes hasta 1836, momento en que pasa a ser propiedad del Estado tras la desamortización de Mendizábal. Su claustro, uno de los más bellos del Renacimiento español, es de planta cuadrangular y aparece conformado por dos galerías con 60 columnas clásicas con los fustes de mármol de Macael. Destaca dentro del conjunto la escalera principal de tres tramos y balaustrada de traza flamígera.

Seguimos por la Antigua Universidad y Convento de Nuestra Señora del Rosario. Impulsado por uno de los grandes mecenas de la época, Frey Fernando Fernández de Córdova y Mendoza, clavero de la Orden de Calatrava, quien decidió fundar en la villa un convento de la Orden de Predicadores de Santo Domingo bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario y una universidad que extendiera la cultura por estas tierras. En la actualidad solo queda la iglesia, de una nave y con capillas laterales.

También es interesante, como lo está siendo nuestra estancia en un hotel para toda la familia en Valdepeñas, el convento de la Encarnación, donde destaca su iglesia de planta de cruz latina con la nave dividida en dos tramos. Cuenta en su crucero con pinturas de San Juan Bautista, San Juan Evangelista, San Diego y San José y en el exterior con una portada de acceso de dos cuerpos: el primero, del siglo XVI, formado por un sencillo arco de medio punto; y el segundo, fechado en el siglo XVIII, que está decorado con un elegante escudo de los Condes de Valparaíso, casa que donó una importante cantidad de dinero para la restauración del edificio. Y, finalmente, el convento de Santa Catalina. Fundado en el siglo XVI por la familia Ávila y de la Cueva para los frailes franciscanos, destaca por su extraordinaria sencillez. Del primitivo convento se conservan la iglesia, el claustro y algunas dependencias de los monjes.

Antes de regresar a nuestro hotel de vanguardia en Valdepeñas y disfrutar de todos los servicios y comodidades que ofrece, haremos un rápido recorrido por las ermitas que atesora Almagro. La ermita de San Juan fue levantada en el siglo XVII, aunque es probable que sobre una antigua edificación de carácter religioso anterior. Cuenta con varias edificaciones: una nave central, que destaca por su artesonado de estilo mudéjar; además de sacristía y camarín. Aunque la parte más destacable es la capilla de la Virgen de los Remedios, de planta de cruz griega y con una bella decoración de pintura al temple y yeserías que representa alegorías marianas y del Paraíso y pasajes de la vida de la Virgen.

La ermita de la Magdalena es de 1734 y debe su nombre a la imagen de María Magdalena que venía siendo venerada desde la Edad Media en la parroquia de San Bartolomé el Viejo. Su exterior es de ladrillo visto, con tejado a dos aguas, y cuenta con dos portadas sencillas adinteladas. En el siglo XVI se levantó la ermita de San Ildefonso, que sufriría una ampliación en el siglo XVIII. Cuenta en uno de los lados con un camarín de traza sencilla que se abre con un gran arco al presbiterio. Ocupada de manera provisional por los primeros franciscanos descalzos que llegaron a Almagro, la ermita de Santa Ana es una de las más antiguas de la localidad. La ermita de San Pedro se levantó en 19832 sobre las ruinas del antiguo edificio destruido durante la Guerra Civil española. Y, finalmente, la ermita de San Francisco, del siglo XVII, aunque se le añadirían tres capillas al esquema inicial de planta de cruz latina en el siglo XVIII.

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