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Viaje al pasado en el poblado íbero del cerro de las cabezas

Valdepeñas, conocida como la Ciudad del Vino, es una de las poblaciones más importantes y con mayor historia de Ciudad Real y en ella podremos encontrar un hotel con spa para disfrutar en familia. Rodeada de los cerros que conforman las estribaciones de Sierra Morena que marcan el límite sur de la llanura manchega, su nombre, debido a que está situada en el amplio meandro del río Jabalón, significa valle de peñas. Además de ese paisaje sur montañoso, con picos como Sierra Prieta (903 m.), Sierra de Siles (840 m.) o Sierra del Peral (963 m.), también goza a su alrededor de los atractivos de las comarcas de Campo de Montiel y de Campo de Calatrava.

Pero esta semana nos olvidaremos por un instante de la Valdepeñas actual, la que mira con optimismo al siglo XXI y en la que podemos alojarnos en un hotel de vanguardia con cuatro estrellas, y nos adentraremos, vestidos con nuestras ropas de exploradores, en uno de los más importantes vestigios arqueológicos de la provincia manchega, el poblado íbero del Cerro de las Cabezas. Se trata de un gran oppidum, o conjunto de casas fortificado, que cuenta en lo alto del cerro con una construcción que los estudiosos de la zona consideran como una acrópolis. Perteneció a Oretania, región que abarcaba la parte suboriental de la Meseta y la zona oriental de Sierra Morena.

Los restos encontrados hablan, sin embargo, de que las primeras poblaciones que se asentaron en esta zona lo hicieron en el Bronce Final, allá por los siglos VII y VI antes de nuestra Era. Lo hicieron en las cercanías del río Jabalón, construyendo viviendas de forma semiovalada sin ningún tipo de ordenamiento urbano. No será hasta un siglo después cuando este entramado empiece a configurarse con cierto orden. Es en esta época y hasta el siglo IV a. E. cuando se diseña y levanta el sistema defensivo, con murallas de cajas (tierra prensada mediante el sistema del encofrado), de clara tradición mediterránea, y posteriores muros ciclópeos, construidos con la técnica de la -mampostería poligonal- (bloques de piedra trabajados más o menos regularmente y colocados uno encima de otro sin el uso de mortero).

Las excavaciones en este yacimiento, situado a unos 6 kilómetros de la ciudad de Valdepeñas, donde encontramos un hotel con encanto en pleno casco urbano, han dejado al descubierto solo una pequeña parte de la ciudad íbera que esconde, aunque ya pueden apreciarse parte de las áreas urbanas y defensivas, mostrando su estilo urbanístico conformado por áreas domésticas, almacenes, santuarios, murallas y torreones, además de las vías que las unían.

Las murallas son las estructuras más significativas y presentan una gran monumentalidad con alrededor de 1.600 metros lineales construidos. Junto a esta línea defensiva, cada 40 metros aproximadamente, aparecen unos bastiones que, además de una función de protección, también debieron servir como refuerzos de los paños exteriores de la muralla.

El acceso al poblado se producía a través de tres puertas. Una, en el lado oeste, cuenta con dos largos parámetros hacia el exterior que forman una especie de pasillo de unos 14 metros de longitud. Otra, en la zona norte, destaca por sus grandes dimensiones y por encontrarse cerca del río Jabalón. La puerta sur, por su parte, presenta un largo corredor que se extiende en perpendicular a la muralla y se adosa a uno de los bastiones antes mencionados.

En nuestra visita a esta parte de la historia más remota de Valdepeñas, ciudad que nos ofrece alojamiento de calidad a buen precio, contemplaremos un urbanismo organizado en torno a varias avenidas principales que descienden desde las zonas altas del cerro y son atravesadas por calles transversales, formando pequeños grupos de casas. Algunas de estas vías presentan tramos empedrados. En cuanto a las viviendas, están construidas con muros de mampostería de piedra caliza y albergan en su interior dos o tres habitaciones y un pequeño patio de entrada.

Cerca de la puerta norte encontramos el santuario, un espacio de forma pentagonal que formó parte de un edificio de mayores dimensiones compuesto de diversas habitaciones destinadas a un uso doméstico. Ese santuario está situado por debajo del nivel del suelo de la calle, existiendo un escalón para acceder, y cuenta con una estructura de piedras que podría haber cumplido funciones de altar.

Además del yacimiento arqueológico propiamente dicho, el lugar tiene también un centro de interpretación, compuesto por siete salas (Medio Natural, Arqueología Científica, Casa del Alfarero, Arquitectura Monumental, Rito de la Muerte, Arqueología e Informática), en el que el visitante logra adquirir una amplia visión de lo que supuso este emplazamiento urbano en el territorio de la antigua Oretania. Lo haremos a través de maquetas, fotografías, paneles, representaciones y diferentes contenidos audiovisuales.

El horario de octubre a abril es de martes a sábado de 9:30 a 13:30 horas y los domingos y festivos, de 11:30 a 13:30. Desde mayo a septiembre hay jornada partida con visitas de martes a sábado de 9:30 a 13:30 y de 17:30 a 20:00 horas, manteniéndose las horas de apertura y cierre de domingos y festivos. Los lunes permanece cerrado, al igual que los días 1 y 6 de enero, el Viernes Santo, el 8 de septiembre y las fechas del 24, 25 y 31 de diciembre.

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