Veracruz infantes

Villanueva de los Infantes



Villanueva de los Infantes reúne uno de los conjuntos monumentales más rotundos de La Mancha: iglesias, conventos, palacios y casas nobles, portadas con escudos y balcones enrejados, patios espléndidos, el color rojo de la piedra y el blanco de los muros…

El trazado de la ciudad pivota en torno a su plaza Mayor. En este hermoso espacio urbano, que nada tiene de la severidad de algunas plazas castellanas y sí mucho de lugar de reunión agradable y coloreado con el rojo de la piedra, se concentran muchas de las esencias de la población: El Ayuntamiento, la Iglesia de San Andrés, el busto de Quevedo y el origen de las principales calles que en una ordenada retícula forman el plano de a población. La plaza es de forma trapezoidal, con dos alas porticadas; los arcos y las balconadas alegran con su movimiento este conjunto nacido con vocación civil, aunque las grandes dimensiones y el valor artístico de la Iglesia de San Andrés dominan en la plaza. A ella da una portada herreriana con columnas dóricas que sostienen el entablamiento sobre el que, en una hornacina, puede verse a Santiago, patrón de la orden que sería aquí dueña y señora durante tiempo, y más arriba el escudo de los Austrias. La concha de peregrino, otro símbolo jacobeo, figura en las portadas norte y oeste, ambas renacentistas, con un toque italianizante la segunda, del siglo XVI.

Durante los siglos XVI y XVII Villanueva se llenó de conventos, barrocos en su mayoría, de los que sobresale la portada monumental, concebida como un retablo, de la iglesia del de las Dominicas de la Encarnación, en la calle de Cervantes.  En otro convento, el de Santo Domingo, puede visitarse la celda en la que vivió y murió Quevedo.

Es la arquitectura civil la que da continuidad a esta trama urbana salpicada de edificios religiosos. El Ayuntamiento está perfectamente integrado en la Plaza Mayor: arquerías sobre pilares en el piso bajo, ventanas con frontones triangulares y balcón con arcos de medio punto en el segundo. Un conjunto elegante y sobrio. La Alhóndiga, que fue también cárcel y hoy es Centro de Cultura, tiene un espléndido patio interior, en cuyas gruesas columnas algunos presos dejaron sus mensajes.

El Hospital de Santiago, de traza sencilla y señorial piedra de sillería, promovido por la orden del mismo nombre, está a caballo entre los usos civiles y religiosos, como lo estuvo también  la casa de la Inquisición, de la que sólo se conserva la portada en la calle de Santo Tomás.  

La nómina de casas palaciegas es, por su parte, enorme. Algunas con portadas ornamentales, otras con fachadas sencillas, pero adornadas de magníficas rejas en ventanas y balcones.

Entre estas últimas es inevitable nombrar la Casa del Caballero del Verde Gabán; en el exterior tiene como elementos más notables una sencilla y clásica portada y el precioso balcón en  esquina; dentro, un patio espacioso, fresco y ajardinado con columnas de piedra y balaustrada de madera.

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