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VIAJE A LA EDAD DEL BRONCE EN EL YACIMIENTO DE LA MOTILLA DEL AZUER

Hacemos las maletas y nos vamos a la Edad del Bronce. Y sin la necesidad de contar con ninguna máquina del tiempo. Solo pasando unos días de ocio y descanso, una vez superadas las celebraciones navideñas, en una de las localidades con más encanto de Ciudad Real, la conocida como Ciudad del Vino. Y es que Valdepeñas tiene mucho que ofrecernos. Allí podemos de un alojamiento de vanguardia para toda la familia.

Una larga historia que nos muestra un patrimonio histórico-artístico más que interesante con la Plaza de España y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, muy cerca de nuestro hotel de cuatro estrellas en Valdepeñas, una cultura que nos invita a recorrer la ruta de las esculturas o descubrir la interesante colección de arte contemporáneo de su Museo Municipal o, entre otras muchas cosas, un entorno natural donde destacan los Parques Nacionales de las Tablas de Daimiel y de Cabañeros o el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, unos pueblos con tanto encanto como Almagro o Villanueva de los Infantes y un pasado que tiene su mayor exponente en el enclave arqueológico del Cerro de las Cabezas.

Pero viajemos a la Edad del Bronce desde nuestro hotel de cuatro estrellas con spa en Valdepeñas hasta Daimiel. La Motilla del Azuer constituye el yacimiento más representativo de ese momento de la historia de la Humanidad, entre los años 2200 y 1300 antes de nuestra era, en Castilla-La Mancha. Y quizás también uno de los más enigmáticos de Europa (sirva de ejemplo que James Cameron lo consideró “la puerta de entrada a la Atlántida” en un reportaje que dirigió en 2017 para National Geographic).

Se trata de un espacio fortificado de altos muros, dentro de una tipología de asentamiento único en la Prehistoria de la Península Ibérica, las motillas. Se trata de unas elevaciones artificiales que se alzan dentro de un espacio completamente llano. Un espacio, emplazado en la vega del río que da nombre al asentamiento, el Azuer, cuyo paisaje está conformado por encinas, robles, alcornoques y quejigos y arbustos como jaras, madroños, enebros y lentiscos y una fauna en la que dominan ciervos, jabalíes, liebres y conejos.

Cuando nos vamos acercando a este sorprendente lugar tras haber disfrutado de un reconfortante descanso en nuestro hotel en el centro de Valdepeñas, vislumbramos en el horizonte lo que parece un castillo medieval, con una torre imponente que supera los 11 metros de altura. La construcción esta formada por un laberinto de muros de piedra calcárea que servían de protección para los silos (se han encontrado hasta una decena de ellos) donde se guardaban cereales, entre ellos trigo y cebada, y legumbres como lentejas, guisantes o chícharos, y una cabaña ganadera compuesta en su mayor parte por ovicápridos, aunque también bóvidos, caballos, cerdos y perros. Había también hornos para la cocción de la cerámica, el tostado de cereales o la producción metalúrgica.

Aunque quizás el elemento más destacado es un gigantesco pozo de casi 20 metros de profundidad, catalogado como la estructura hidráulica más antigua de la Península y, muy probablemente, de toda Europa, ubicado en un gran patio trapezoidal situado al este de la fortificación. Con la perforación de las terrazas del río hasta llegar al nivel freático, el pozo satisfacía las necesidades de agua de la población.

En el exterior de la fortificación se hallaban las viviendas que, con forma oval o rectangular, tenían un diámetro de unos 50 metros. Viviendas que, según lo que se ha podido documentar, darán cobijo a unos 100 individuos. Junto a estas se localizan grandes áreas abiertas que estaban destinadas a servir de lugares de almacenamiento y a trabajos de producción.

También han aparecido enterramientos que coinciden con el ritual más frecuente en la Edad del Bronce, con la sepultura en fosas simples de individuos que presentan una posición lateral flexionada. Algunos niños se depositaron en el interior de vasijas. La presencia excepcional de vasos de cerámica, puñales de remache de cobre y puñales de ese mismo metal en las tumbas de algunos adultos, podría suponer la posibilidad de que se tratase de una sociedad jerarquizada.

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